Parte IX de XII
Por: Johnny Bardavid
En esta sociedad tan estresada en que vivimos, con frecuencia nos quejamos de accidentes, mala suerte, injusticias, violencia y dolor. Tendemos a culpar a situaciones externas a nosotros por lo que nos sucede. Uno de los grandes retos del siglo XXI es comprender que en verdad nosotros somos los arquitectos de nuestro propio destino.
Desde un punto de vista ordinario, tradicional, que yo llamo tridimensional, cinco sensorial e intelectual, la vida evidentemente está llena de accidentes, injusticias, mala suerte, etc. El gran reto es ampliar ese punto de vista a uno que sea multi-sensorial, multi-dimensional y que trascienda el intelecto, para pasar al “meta-intelecto”, más allá del intelecto, donde se intuye la forma en que nuestros pensamientos, acciones y omisiones, positivas y negativas, van atrayendo, por mecanismos y circunstancias desconocidas todavía por la mayoría, no lo que queremos, sino lo que somos.
Nuestros antojos, caprichos, ambiciones y fantasías, son bloqueadas a cada paso, pero nuestros pensamientos, emociones latentes y deseos más profundos, ya sean limpios o impuros, se alimentan de sí mismos y tienden a manifestarse. La energía que moldea y manifiesta nuestras emociones y deseos más profundos, conscientes y subconscientes, es parte de nuestra esencia espiritual, que nos da total libertad para realizarlos a través de nuestro libre albedrío.
Nos encadenan nuestros pensamientos y acciones, que son los carceleros de nuestro destino. Nos aprisionan cuando son bajos y bastardos, o nos liberan siendo nobles y altruistas.
Logramos lo que en estricta justicia merecemos, no lo que deseamos y por lo que oramos. Nuestros deseos y oraciones se pueden realizar cuando armonizan con nuestros pensamientos y acciones.
A la luz de esta verdad, podemos comprender que el continuo luchar contra los obstáculos que nos presenta la vida, lo debemos comprender como el continuo luchar contra los EFECTOS de aquellas CAUSAS que los generaron, como vicios, vanidad, orgullo, envidia, celos, chisme, presunción, avaricia, crueldad, odio y venganza.
Así, luchando contra los efectos, nunca saldremos de nuestro circulo vicioso. Nunca corregiremos las causas. Nunca curaremos una infección tomando analgésicos. Es más, difícil curar el cáncer si conservamos odios y rencores.
El ver que seres humanos buenos “sufren,” y otros malvados tienen abundancia y “triunfan,” no contradice esta verdad. Las apariencias engañan. “Triunfo y Sufrimiento,” y lo que llamamos “Éxito y Fracaso,” pueden ser el resultado de la ley de Karma, conocida como ley de Causa y Efecto, que trasciende tiempo y espacio, nublando nuestra comprensión y apreciación de la verdadera realidad. Todo es parte de nuestra . . . C A U S A L I D A D.
Este es uno de los grandes retos del siglo XXI, concebir y comprender que somos los arquitectos de nuestro propio destino. Somos la causa de todo lo que nos sucede. Podemos mejorar nuestra vida y realizar nuestra grandeza, cuando cesemos de quejarnos culpar y calumniar a otros y comencemos a comprender y apreciar la justicia perfecta que regula nuestra vida, la belleza inmanente que permea nuestro alrededor y el enorme poder de nuestra C A U S A L I D A D.
Afectuosamente, Johnny Bardavid
-Continuará, décima parte-
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